Muerte dribleada - Salvador Puig

a Eduardo Darnauchans
Toda la muerte cerca a un niño
que le hace una finta,
se le escapa, la descoloca,
no suelta la pelota.
No me compliques la vida,
dice la muerte.
Y el niño se le ríe en la cara.
Salvador Puig

Hijo del insomnio (2007)

Durante buena parte de los 80 nos sentamos con el Darno varias horas por semana a componer, metódica e incluso obsesivamente. Una guitarra cada uno y sin ninguna precisa. Algunas cosas evolucionaron y se metamorfosearon en canciones suyas, otras terminaron embebidas en piezas mías. Una canción producto de esas sesiones, letra del Darno y música de un servidor, intitulada Murga y Madrugón alcanzó a ser grabada por Larbanois Carrero. Otras andarán perdidas y afónicas en viejos casettes.
Suya fue la voz en la música que me tocó componer para La Vida es un Sueño, por la Comedia Nacional, dirigida por Schinca. Siendo musicalmente muy distintos, su insistencia en la necesidad de una melodía fuerte ha sido una influencia benéfica en mis composiciones. Pero su mayor influencia (no sólo en mí) fue la de seguir y seguir y seguir, horas, días, noches, buscando la inalcanzalbe perfección. Especialmente en la esquiva fusión de letra y música.
Darnauchans fue extremadamente coherente en su arte, tremendamente exigente en materia de letras (el más exigente, junto con Fernando Cabrera). Y fue muy fiel a sus fuentes: Dylan, Donovan, Cohen, el francés Antoine, la música medieval, entre otras. Pero también los poetas, desde Ezra Pound a W. Benavídes, y desde Víctor Cunha a Virgilio. Desde allí sabía abrirse y absorber otras influencias, con mucha cautela. No metía algo hasta no tenerlo super digerido, como los acordes suspendidos en Ya no soy del norte, ciertas audacias en El trigo de la luna, o el final atonal en Nieblas y Nieblinas.
Compartir los placeres de la cultura fue lo mas específico e incanjeable de aquellas sesiones, anticuado disfrute, sin duda, a la luz de estos tiempos. El Darno alcanzó su primer pico de popularidad con los arreglos pop del maestro Jorge Galemire en Sansueña. Ese fue un sonido que lo marcó y que, más que nada, marcó a su público, que lo siguió reclamando. Su cima creativa, sin embargo, la alcanzó en los trabajos que hizo con el respaldo conjunto del ductil Carlos Da Silveira (su guitarrista desde que tenía 15 años, allá en Tacuarembó) y el sabio Bernardo Aguerre, más la frecuente presencia de Fernando Cabrera como arreglador, coautor o productor.
Las guitarras tan orgánicas y sensibles de Aguerre y Da Silveira son la trama sobre la que se apoyó la mayor parte de la música tocada (y grabada) por el Darno. Como su ídolo, Bob Dylan, también se dio el lujo de una banda rockera, con Aguerre y Da Silveira en las guitarras, Recagno en el bajo, Etchenique en la batería y Gregorio Bregstein en el saxo.
De su última etapa, con A. Ferradas, no puedo opinar con propiedad. Es casi imposible entender al Darno, sí entender su voracidad literaria y cultural en general, con preferencia por la literatura, el cine y la filosofía. Estaba en su salsa perorando en El Lobizón, rodeado de admiradores de todas las edades, sobre poesía provenzal, Ezra Pound, Rimbaud, Baudelaurie y los Rolling Stones. El Darno también era de Peñarol y Comunista. Ambas fueron adhesiones viscerales, y acaso paradojales, en alguien que era tremendo patadura y, como militante, inexistente. Su adhesión porfiada al PC siempre me resultó más bien producto de una fe idealista en la utopía inmaculada y de una total imposibilidad suya de reconocer la corrupción de esos sueños en la realidad, real y soviética. Nunca cayó en la tontería de llamar "hijos del imperio" a los rockeros, ni se degradó a los niveles del sectarismo y la intolerancia. Quizás debido a que también adornaban su ideología ciertos matices de un anarquismo idílico e ilustrado. Respetando sus lealtades, sus amigos lo dejaron en la tumba con la bandera roja y una canción de Bob Dylan. En Chicago me tocó darle la noticia a Jorge Drexler y capearla juntos, como pudimos. Nos quedan, indestructibles, las canciones del Darno.

Elbio Rodriguez Barilari
Sabado Show - 24 de marzo 2007

Ay, hermanito, hermano... (2007)

[...]
«Ahora bien, ya que te estoy hablando después de tanto tiempo, quiero parafrasear a Lorca y decirte: ¿Hacia dónde apunta tu barba esta noche, Darnauchans? ¿Apunta a tus canciones, las más bellas, o a esos locos que en tu locura usabas/cobijabas? ¿Qué harán ahora esos vampiros/secretarios, ahora que fuiste y te moriste? ¿Ahora que has muerto sigues teniendo en la mesa de luz los nueve libros de la historia de Herodoto? ¿Hay mesa de luz en el cielo, el infierno o donde sea que estés y que no estás? ¿Estás adormecido en tufaradas de whisky, como tú mismo antes, en un sillón, mientras la muerte te pegaba en el costado y ni siquiera te diste cuenta? ¿De qué lado de la historia estás parado, o acostado, o cenizas simplemente? ¿Del lado que dice que murió uno de los más grandes creadores que esta mala madre patria ha tenido o del lado estúpido del pensionado graciable, de la colecta pública, de la comida que faltaba pero nunca el alcohol?
La verdad es que tu barba no sé adónde apunta, pero tu corazón, eso que dicen que te falló (¡qué tontos!), me parece que sigue apuntando a esa muchacha, a ese muchacho, que te dicen una vez y otra, interminable renovada fila, que se han amado, salvado, vivido, sobrevivido y sobremorido, juntado, consolado, o lo que sea, por exclusiva obra y gracia de tus canciones»

[...]

Víctor Cunha
Brecha - 23 de marzo de 2007

Entre el micrófono y la penumbra (2007)

[...]
«De niño, Eduardo soñaba con ser arqueólogo y egiptólogo. Su madre le hacía escuchar Pedro y el lobo de Serguei Prokofiev que a Eduardo le fascinaba. De adolescente quería ser arquero. 'Tal vez porque es un puesto muy solitario', me dijo un día.
La isla del tesoro de R L Stevenson fue el libro que más le impactó en su niñez. Y los domingos concurría a misa.
Cierto día, junto con el poeta Eduardo Milán, se acercó hasta el Club Tacuarembó donde el grupo de teatro independiente El Juglar ensayaba El debut de la piba, un sainete de Roberto Lino Cayol, dirigido por Miguel Gioia. En la obra personificó a Venancio e interpretó la canción "Porque me se da la gana". Con el mismo grupo realizó tiempo después En un cerco sutil, basada en La morsa, de Luigi Pirandello. Eduardo interpretó al personaje Andrés Fabre, al tiempo que cantaba una canción titulada igual que la obra.
En 1968 debutó cantando en el programa El club de las 11, que se emitía los domingos a las 11 de la mañana en CW 153, Radio Tacuarembó. En esa misma emisora hizo las veces de disc-jokey, media hora por semana, en el programa Happening. Y tuvo un grupo de rock. Se llamaba The Glass of Water y sus compañeros en la aventura musical fueron Mario Crespi, Gustavo Baisón y Eduardo Milán.
Una última anécdota. En 1970, el día que se presentaba en el Festival de la Canción Joven en el Club Tacuarembó, antes de salir guitarra en mano, su madre le dijo: "Pensá que también podés perder". Pero Eduardo fue elegido mejor intérprete -lo que le abrió las puertas para firmar contrato con Sondor para grabar Canción de muchacho-.
Sin embargo esa frase, con el tiempo, adquirió vital importancia en su vida: "En aquel momento no me afectó. era simplemente la lectura de un adolescente que, guitarra en mano, se presentaba en un festival y podía perder. Con el paso del tiempo me di cuenta de que también podía perder en otras cosas", me confesó»

[...]

Nelson Díaz
Brecha - 23 de marzo de 2007

Por mi amigo (2007)

[...]

«Todo esto viene por querer evitar el sinsentido de decir: Darno, no me sale nada.
Da miedo y duele tu muerte. Guardo la alegría de la amistad posible hasta que también desaparezca, una especie de honor de haber compartido contigo unos momentos de esta transitoriedad que aterra y es hermosa»

Eduardo Milán
Brecha - 23 de marzo de 2007

Strawberry fields forever (2007)

[...]

«Ignoro cómo hacerlo. Si existen las palabras, no las sé. acaso si esse otro camino fuera más fácil, si decir la reputamadrequelosremilparió y quedar un rato largo así en silencio ayudara. Pero no. Por eso recurro a nombres de discos y cantantes. A fechas y datos de la peor Trivia. A épocas de un más escondido espanto. A cuando no sabíamos lo que venía.
No tengo otras palabras».

Fidel Sclavo
Brecha - 23 de marzo de 2007

Si me ves llorar no me interrumpas (2007)

«El día que pasé los 40 años en lo único que pensé era en que le había ganado a Lennon. ‘No puede ser’, me dije. ‘Qué derecho tengo yo a tener más tiempo en este mundo que él.’ Después, a los 42, le había ganado a Presley. Yo siempre conté los años así. Por eso ahora que cumplí 53, pienso en llegar a los 55, que fue la edad que tenía mi padre cuando falleció»
«Esa barba es la de un adolescente que recién le empieza a creer y no se la afeita nunca. Fijate que casi no hay bigote», explicaba mirando la foto de portada, desde la que mira un adolescente de curiosa barba casi monacal, boina, traje y corbata. «La boina no es tal, sino que es una gorra de pana negra con visera, que usaba porque sufría de una erupción en la piel. Y la corbata me la puse porque me gustaba, aunque no estaba de moda usarla. Más bien eran ya épocas de camisa abierta y pecho al viento»
«Si me ves llorar no me interrumpas, voy a estar leyendo a Shakespeare»
«Soy una mezcla de católico-jesuita con bolchevique del ‘17, socialista del 4 y zen de acá nomás. Lo que se dice un verdadero monje»
«Me prohibieron en mi plenitud, el 29 de mayo de 1979» «Me acuerdo del día exacto que sucedió, porque fue un día antes de la muerte de mi padre»
«Desde que escuché Beatles for sale, el primer disco que compré yo, en mi vida nunca faltó el rock. Aunque no sé si Los Beatles llamarían rock a lo que hacían. Porque rock es Chuck Berry y Jerry Lee Lewis. Digamos entonces que lo que nunca más me faltó fue cultura rock»
«Cuando terminé la secundaria me fui a Montevideo a seguir la carrera de medicina, la de mi padre. Pero no debo haber ido nunca a la facultad. Me perdía por ahí» «Más bien bares, muchos bares. Y sexo también. Pero era de beber hasta que cerrasen los bares. Y a veces quedaba del lado de adentro»
«Me hicieron unos cuantos electroshocks, eso no es nada dramático» «Te hace perder los recuerdos que no querés perder y no te hace olvidar esas cosas que sí querés olvidar. Sobre todo, te jode mucho, te duele hasta el apellido»
«Soy un hombre sin memoria» «No tengo derecho a acordarme cómo era la calle Mercedes en los años ‘50, porque no lo viví. Cabrera o Roos son músicos con memoria urbana y pueden recordarlo, porque son de aquí. Pero yo soy un hombre de ninguna parte»
«Desde mi primer disco y hasta Zurcidor grabé en el sello Sondor, que por entonces tenía los derechos de la CBS. Así que puedo asegurar, ya que lo sé de primera mano, que toda la música uruguaya de aquellos años estuvo subsidiada por Roberto Carlos» «Yo le decía al dueño que había un pibe que pintaba bien en el catálogo, llamado Bob Dylan. Pero el tipo no quería saber nada»
«Me agarró una especie de terror al estudio de grabación, al que me gusta llamar la caverna lunar. Porque no es como el escenario: no estás rodeado de gente y no hay luces. No es que hayan sido muy importantes al comienzo de mi carrera, pero después de la prohibición se me hizo cada vez más difícil entrar al estudio, me agarró una especie de rechazo»
Tomado de El auténtico decadente

Los timbres teléfonos despertadores - SMU

Palabras de Eduardo Darnauchans:

«yo le debía esta canción doctor»

Yo quisiera regalársela al SMU pero no se puede por cuestiones legales. Debería ser más sencillo. Es más fácil robar una cosa que donarla.

Mi padre era médico del SMU como casi todos los médicos. Hay médicos que no lo son, pero como decía el amigo Vallejo: «Allá ellos, allá ellos, allá ellos».

Es una institución noble que forma bien a la gente. Representa a un gremio que es amado y odiado, como el gremio médico. Hay médicos que se merecen ser odiados y hay médicos que no tenés con qué pagarle, porque con tres palabras te solucionaron un problema. Mi padre fue un médico de campaña, allá entre Rivera y Tacuarembó, de Corrales a Cortinas, cuántas leguas quedarán.

«yo le debía esta canción a usted»
Nunca cambió de auto. Un Volkswagen del 63. Era su orgullo porque era alemán, no era brasilero. Pero nunca tuvo más que eso: una casa, un auto, una mujer y dos hijos.

Como la mayoría de los médicos son así, y los que integran el SMU son así, yo intento simbólicamente saldar una deuda, porque eso es evidentemente la canción Pago. Pago es un lugar donde uno nace y también es saldar una deuda.

Muchas veces en épocas de gallinas gordas al médico se le pagaba con una gallina. Después no se pagó con gallinas gordas porque no había más y vino la época de las gallinas flacas. Sí las vacas gordas, pero esos no eran pacientes de mi padre. Por todos esos médicos, por lo que implica el Sindicato Médico, como institución, por lo que implica AGADU como institución, yo quería hermanar estas instituciones que defienden cosas. Como dijo Sandino: «Alguien tiene que hacerlo».

Tal vez un marxista horrible me diría que soy voluntarista, pero los marxistas no horribles no lo dirían.

«de tu infancia nada sé una fotografía amarillenta aquel silencio de tu padre»

La inmensa mayoría son así, como mi doctora Olga Hernández, que me atiende a la hora que sea, en mi casa y no me cobra nada. Es el honor de la Medicina y me lo decía Macedo que cuando cierto personaje le pide al centauro que le enseñe algo, no le pide que le enseñe ser médico sino las artes médicas. Si hablamos así estamos introduciendo la mitología y el arte, la cultura en el sentido más profundo, y no que un médico te puede atender 5 minutos, «use esta cremita y váyase» y eso no es así. Creo que el espíritu de la mayoría de los médicos es consolar al prójimo. Si tú no tienes cura. Yo intenté estudiar medicina, hice un año de Facultad, por allá en el 71 y secretamente acudía nocturnamente a la Facultad de Humanidades que quedaba acá en el puerto. En ese edificio. No sé qué van a hacer con él. Sería bueno que hicieran viviendas para los pescadores y para la gente que trabaja en el puerto, pero eso depende de autoridades, que no son del Sindicato Médico ni de la IMM.

«el asma de tu madre que heredé acaso un mundo verde de árboles»

Uno sabe que su enfermo se va a morir y que no tiene vueltas. De esto hablaba Macedo en un artículo hace años. Contra la muerte no se puede, pero sí el médico puede consolar a su paciente, apoyarlo, estar con él, decirle «¿no se quiere tomar una grappita? No tome cinco.» Porque en definitiva ya está vendido el pescado. Pero no la tiranía médica. A mí me dijeron una vez que yo, por ser asmático, tenía que vivir para afuera de Propios, forrar todo con pantazote, almohadas, colchones. Pero yo tengo una mujer que no es asmática, ¿cómo hago? Cualquier mota de polvo. Eso se llama dictadura médica.

Tengo un perro cocker lleno de pelos, porque tengo derecho a tener un perro y tengo derecho a toser y tengo derecho a morirme y a vivir. La mayoría de los médicos de este país me van a decir lo mismo. No el gran médico que tiene cinco autos y tres amantes. Tiene uno para cada amante, uno para él y otro para la mujer y que yo los conozco porque fueron compañeros míos de Facultad. Pero esos no son a los que está dedicada la canción, está dedicada al tipo que va a tomarle la presión a un viejo o a salvar la vida de un niño.

«y caballos caballos caballos»

Mi padre es un pretexto, es uno más de los que entregaron su vida a la Medicina, o a salvar al prójimo o a consolarlo, que es lo más importante. Tú no tienes salvación y si tomas un medicamento capaz que te salvas.

Mi padre no tuvo buenas migas conmigo porque él quería que yo fuera médico o escribano o abogado o alguna cosa por el estilo, porque a él le había costado mucho ser médico. Mi padre celebraba más sus exámenes ganados en Facultad, porque podía vender los libros. Porque su padre, que no era hombre pobre, quería que él fuera escribano y él quería ser doctor en medicina. Entonces no lo mandó a la escuela. Mi abuelo, allá por cuchilla de Manguera, La Calera, había designado los destinos de los hijos. Su hija mayor iba a ser profesora de francés y pianista, mi padre venía después e iba a ser escribano y así sucesivamente. Pero mi padre no quería ser escribano, quería ser «dotor». Tuvo que esperar hasta los 18 años para ir al liceo de Tacuarembó sin haber aprobado la escuela primaria y dando un examen de ingreso.

Si tú entras con 18 años a primero de liceo ya te robaron un montón de años. Eso no está en la canción pero está bueno que lo sepan algunos, que hay destinos prefigurados, pero el tipo quiso ser médico y atender al prójimo, como la mayoría de los médicos. Para ver qué pasa y si se puede y si hay medios y si hay que enterrarse hasta la verija y tenés que pedir un jeep al cuartel, cuando el cuartel era el cuartel, antes del 68, también se hacía. El sentido profundo es ese. Yo no escribí una canción a la muerte de mi padre. Las dos últimas estrofas sí las escribí después que murió.

«y tus ojos hundidos que releen releen releen! oh tocador de armónica»

Yo pude cantarle a mi padre, porque comprendió que yo podía ser un músico, pese a que él no estaba de acuerdo con que yo fuera músico. Él me podía pagar una carrera universitaria y aunque fuera Licenciado en Letras. Tener un diplomita. Porque para él era importante eso, le costó mucho. Mi madre le tejía pulóveres, era su novia en Tacuarembó y él los vendía secretamente. Y su padre quería que fuera escribano.

Y quería ser médico y fue médico y fue médico pobre. Allá en Minas de Corrales, en la lejana Rivera, tenía un teléfono, porque tenía que tenerlo, para la asistencia. La canción la escribí en el 79. Yo estaba un poco mal de la cabeza, y papá en lugar de meterme en una clínica psiquiátrica me dijo que me fuera para allá, «que no te hagan electroshock, veníte para acá». Papá murió un 30 de mayo y el 29 de mayo me prohibieron en Jefatura y nunca se enteró. Habíamos llegado a un acuerdo. Él era médico y yo era cantante. Que de alguna manera éramos parientes a nivel profesional, aparte de ser padre e hijo o hijo y padre. De alguna manera lo importante era acompañarlo, sanarle el alma. Si el cuerpo estaba deshecho no se puede hacer nada, pero agarrar el hombro del prójimo y decirle. «Vamo arriba, Mi amigo, tómese una grappita». Y yo hago lo mismo. La misión del músico es acompañar a su prójimo, en las buenas y en las malas. Sobre todo en las malas.

«de polcas de rivera y en un pie sentado en mis seis años parado en la mitad de mi niñez»

Se supone que yo soy una persona bajoneante, pero creo que no hay una persona que tenga mejor humor que yo que soy capaz de ir hasta Groenlandia para traerle un cubito de hielo a su mujer. Como lo dice el amigo Leonard Cohen en su canción «I'm your man» que significa eso: soy su servidor. Lo mismo que es un médico o debería serlo. Porque hizo un juramento que se llama hipocrático. Todavía existen médicos que si tú no llevas la orden de la sociedad médica igual te atienden, y pasan una hora contigo preguntándote qué te pasa y te dejan expresarte. Por los que piensan de esa manera yo quise hacer esa cesión de derechos, que es simbólica. Mi padre trabajó como médico en Montevideo, en Rivera y Tacuarembó. Es interdepartamental. Mi padre murió en el hospital, estaba auscultando a un chiquilín y le vino el primer infarto. Pero no había cama de adultos y estaba en una cama de niños y el tipo tenía un infarto masivo y a los diez minutos murió. Mi padre era categoría B. No lo echaban pero no podía ascender Ahora los directores de los hospitales tienen muchas veces 30 años. Es un cargo político y lo digo sin ningún tipo de resentimiento y menos contra los médicos.

«cómo quisiera levantar un edificio de sonidos y de amor»

Se supone que un militar en aquel momento no peleaba contra nadie, sólo pedía documentos. Era muy interesante una guerra de esa manera. Pedir documentos y llevarse gente a la cárcel. ¡Qué bárbaro! ¿No? Mi padre murió en el campo de batalla, pero no lo ascendieron en el cargo, los que pelean por la vida no tienen un grado más y la mujer no queda con una pensión. Mi padre murió en el hospital atendiendo a un chiquilín. Y le venían a preguntar cómo era un infarto. Mi padre describió puntualmente lo que tenía y murió.

Las dos últimas estrofas son en tono elegíaco y menciono a San Juan de la Cruz, lo de la experiencia mística, un no sé qué que queda adormeciendo. Pero le pude hacer escuchar lo anterior y ahí nos arreglamos. Tú eres un músico y yo soy un médico. Yo tenía unos 24 años. No es casual la lectura de Pago y Pago. Las estrofas antepenúltima y anteantepenúltima las escribí en el viejo galgo de la Onda. Es una milonga. A mi padre no le gustaba mucho la música culta. Sí Osiris Rodríguez Castillo y Atahualpa Yupanqui. Leía a Julio da Rosa y si no Batlle y el batllismo. Fue batllista toda la vida en el sentido batllista de la palabra. Porque sabía que la gente pobre de la ciudad también tenía derecho y no como los blancos que siempre hacen vialidad y cada tanto asfaltan el camino hasta la estancia del amigo.

«guárdela dentro de su maletín».

PAGO

(A: Pedro E. Darnauchans Brum)

yo le debía esta canción doctor
yo le debía esta canción a usted
yo le debía esta canción doctor
guárdela dentro de su maletín

de tu infancia nada sé una fotografía amarillenta aquel silencio de tu padre el asma de tu madre que heredé acaso un mundo verde de árboles y caballos caballos caballos. yo supe que al dejar Testu comías pan francés y arroz con leche y para espantar espantos colgaste un esqueleto en la azotea imagino tu delgadez y tus ojos hundidos que releen releen releen. / oh tocador de armónica de polcas de rivera y en un pie sentado en mis seis años parado en la mitad de mi niñez enciende luz consuélame di que no hay nada en la oscuridad di no hay diablo no hay diablo no hay diablo. en minas de corrales fui aparcero de extrañas pesquerías con que cansabas tu cansancio llenándote el ford t de tarariras y el sueño del dorado los quilos de un suribí y el agua y el agua y el agua. yo sé que andás manejador volando por caminos vecinales en una media esfera blanca volkswagen milnuevesesen-taytres no vas por un negocio va un viejo estetoscopio auscultar auscultar auscultar. /cómo quisiera levantar un edificio de sonidos y de amor cantarte un tango eterno durando más que el bronce mi canción pero me quedo mudo juan de la cruz balbucear balbucear balbucear. qué tengo yo que cantarte si tienes tus tan tuyas melodías hechas de risas y de llantos y:

-.gracias

maldiciones y alaridos sinfónica sirena timbales de un corazón y los timbres teléfonos despertadores.

It´s all over now baby blues (2007)

CARTA DE MACUNAÍMA SOBRE DARNAUCHANS
It´s all over now baby blues
08.03.2007

Hoy, de madrugada un pedazo de aquel muchacho que fui alguna vez, se murió con Eduardo Darnauchans Miralles, que ya lo diJo el gordo Troilo mucho mejor que yo, que uno no se muere de golpe, se va muriendo de a poco en cada amigo que se muere.
(Carta de Macunaíma)

A las 6:45 mi compadre Julio César Corrales me llamó para darme la noticia, yo estaba ya en camino a Maldonado a una reunión por razones de trabajo. Ahora he vuelto a casa y estoy escribiéndoles como para hacer el duelo que hice, y que empiezo a hacer, por un compañero que, por serlo, lo ha sido todo a lo largo de casi 37 años.
El Darno ha sido mi camarada, mi parceiro, mi enemigo cordial, mi amigo fiel, mi hermano (todo compañero es siempre un hermano), un copiloto de ruta en las autopistas del miedo durante la dictadura, y fue también, entre otras cosas, testigo de mi casamiento. Hace muchos años que nos hemos ido confundiendo en vínculos y lazos de afecto y de convicciones, aunque yo ya no lo acompañara en una que compartimos muchos años, y que él no perdía la esperanza de que volviera a ser mía.
Estos últimos días, después del deceso de su mujer, Patricia Gonzalez, he estado al tanto de todo sobre él, como lo he estado siempre, gracias a esa mujer solidaria y entrañable, Graciela Irazabal, Chichila, mujer de encaje y de hierro, que desde donde estuvo y está ha velado siempre por el Darno. La semana pasada me dijo "Está en Villa Carmen, está bien andá a verlo, le va a hacer bien". Oí su voz durante todo el viaje de regreso al lado del Flaco Urruzola, "dijiste que irías a verlo el lunes, andá que está bien, andá a verlo".
Amigos, seré sincero, no fui, no quise ir, me inventé excusas, tareas, asuntos, algunos reales y otros pura ficción. No fui. Volví a mi casa, me metí en los asuntos de mis hijos, mi mujer, mi música, mis libros. No fui a ver al Darno, al amigo querido entre mis amigos queridos.
Dejenme decirles, y no son excusas, que he estado especialmente rodeado por la muerte estos últimos meses. A dos pisos de mi casa, vivía el Sacha Previtali quien ha fallecido de cáncer de pulmón apenas una semana y poco atrás. Todos los días temo encontrarme con su viuda y sus dos hijos pequeños, 8 y 6 años, porque, sinceramente, siento que no me da el cuero para tanta tristeza.
Nunca he sido un flojo, ni un desertor y, muchísimo menos, un traidor, pero esta flaqueza de ahora responde a una temporada infernal en la que la Señora Otra anda de ronda. Antes de fin de año se fue el Hugo Cores, vino la enfermedad del Sacha, los múltiples padecimientos del Darno (a los que muchos de ustedes respondieron solidariamente), las bajas de otra gente menos conocida, y la enfermedad de un amigo que todos ya saben quién es, por el que muchos de nosotros, ateos y materialistas, para ayudarlo nos haríamos creyentes gustosamente.
No fui a verlo al Darno, y solo me quedará tangible un abrazo que nos dimos con él en la radio con Julio Corrales. Conocí a Eduardo Darnauchans a finales de 1970, en Tacuarembó. Por entonces, militábamos en la Unión de Juventudes Comunistas, él en liceo local y yo en el IAVA. Eran tiempos de agitación y de insurgencia, nacía nuestro Frente Amplio y en Vietnam se hacían carne viva todas las peores pesadillas del Bosco.
Un muchacho de pelo largo, el cantor local, me encaró y comenzó con aquel tono suyo, tan típicamente erudito, a hablar de Bob Dylan y de Donovan Leicht, escritores de canciones, maestros y hermanos de nuestra generación del rock and roll y la protesta. El montevideano se sorprendió que aquel joven Eduardo Darnauchas, tan cerca del culo del mundo, Tacuarembó me resultaba así entonces, conociera a Eric Clapton, a The Animals, que hablara de la Tropicalia y de Caetano Veloso.
El chico de Tacuarembó se sorprendió que el muchacho morocho venido de la capital, con pinta de obrero portuario (tal era mi penosa apariencia entonces) hablara de los discos de Dylan y de otros, con el mismo conocimiento que algunos pocos del después llamado "grupo Tacuarembó", podían exponer.
Nos hicimos amigos para siempre. Sentados en el cordón de la vereda, frente al local de la UJC, escuchamos al gran Julio Calcagno diciendo unos poemas de Julio Huasi, poeta argentino que se fue sin saludar.
Después el Darno vino a estudiar a Montevideo y nuestra relación se hizo más y más estrecha. Por eso, me permito fatigarlos con estas palabras que entristecen, que pasan un nudo corredizo sobre este miércoles de mierda, de ceniza y hospital, de caballos oscuros que galopan sobre mi corazón.

Ni siquiera las flores


No maldigas el alma que se ausenta
dejando la memoria del suicida.
Quién sabe qué oleajes, qué tormentas
lo alejaron de las playas de la vida.

boomp3.com

Francotirador (2007)



Mauricio Ubal. "Darno es una figura que marcó, con su creatividad, aunque lamentablemente en los últimos 15 años tuvo esa pulseada permanente con el alcohol, que lo llevó a perder mucha vitalidad y potencial. A veces, en este ámbito hay como una especie de regodeo con cierta oscuridad, cierto modo de vida, y desgraciadamente se ensalza toda una forma de vivir que tiene que ver con la bohemia, lo marginal. Esas pulseadas, que son muy complejas, que no responden sólo a un motivo, esa pulseada el Darno la perdió, y la perdió durante muchos años, y logró sobrevivir por años a ese problema, pero lo terminó destruyendo. Y lo único que se me ocurre es eso: una rabia sorda contra esa enfermedad, en definitiva, que se lo llevó".

Víctor Cunha. "Se piensa que cuando uno deja la vida terrenal da lugar al mito, en personajes como Darnauchans. Darno fue un mito en vida, y el mito va a continuar por la obra que lo respalda. Y sin tener el francotirador que era el propio Darnauchans, disparando contra sí mismo. No soportaba ser un cantor de culto porque no se creía merecedor de esa condición. El mito se clarifica ahora. En lo personal lo veo como el fin de una pesadilla. Estábamos peleados desde hace años, porque él había tomado la decisión de destrucción que yo no podía aceptársela. El motor de la paradoja: el tipo que se autodestruye pero genera vida. Los chiquilines viniendo a decirle `Vivo porque escuché tus canciones`. No debe haber cosa más grande".
El País

Hasta pronto

Hoy te has ido, Trovador.
Quien sabe qué fantasmas han venido por ti.
Vinieron a buscarte y tú, probablemente, no opusiste resistencia.
Mañana, no sé cuándo, volveremos a encontrarnos...
Entre nieblas y neblinas, en una noche blanca, con ángeles azules que tocarán guitarras.
En Sansueña, tu pueblo, que es el mío .
7 de marzo de 2007

Discografía

- Canción de muchacho (1972)
- Las Quemas (1974)
- Sansueña (1978)
- Zurcidor (1980)
- Nieblas & Neblinas (1984)
- El trigo de la luna (1989)
- Dylan (1991)
- Sin perder el tiempo
- Noches blancas (1992)
- Entre el micrófono y la penumbra (en vivo, 2001)
- Canciones Sefaradíes (en vivo, 2004)
- El Angel Azul (2006)

Donde había la pureza implacable del olvido

Este es el resultado de un trabajo que se extendió a lo largo de quince años, y cuya gestión ha acompañado de alguna manera no sólo a su autor Ricardo Casas sino también la propia evolución de su tema: la figura de Eduardo Darnauchans. El material más antiguo que incorpora este documental es justamente una breve grabación (en realidad, una filmación en Super 8) que Casas y Humberto Castagnola registraron en 1983 en el Palacio Peñarol, dando cuenta de la primera aparición pública del "Darno" luego de una larga prohibición durante la noche dictatorial.
Al mismo tiempo se emprendía una investigación, con entrevistas a numerosos involucrados, cómplices y testigos de la carrera de Darnauchans. Sobre esos materiales se elaboró el guión, que desembocó en un rodaje iniciado en 1985 que incluyó entrevistas al propio músico, y personalidades como Washington Benavides, Gustavo Alamón y Rubén Castillo.
Ese fue empero, apenas, el fin del principio. El material rodado hasta 1987 quedó sin editar por las casi inevitables razones económicas y hasta por la incomodidad que Ricardo adjudica a la edición lineal en video. Un demorado premio del Fondo Capital permitió empero retomar el proyecto y hasta emplear edición no lineal, lo que empujó también a una actualización del material.
Este documental que se presenta ahora al público en su versión definitiva incorpora alguna canción de Darnauchans de comienzos de los años noventa, y hasta una entrevista reciente que permite colocar en perspectiva otros materiales anteriores. La historia del "Darno" (y con ella, un fragmento de la historia del Uruguay) surge en este entrecruzamiento de testimonios y canciones.
Director: Ricardo Casas / Uruguay, 1998 / Duración: 40 min / Libreto: Ricardo Casas / Fotografía: José María Ciganda / Montaje: Guillermo Casanova / Cámara: Aranzazú Elola / Música: Eduardo Darnauchans / Sonorización: Carlos Da Silveira, Leonardo Croatto