Eduardo Darnauchans
* EDUARDO * DARNO * DAR-NO-CHANCE *
Épica
DYLANIAN0
Publicado el 30/05/2013
Grabado entre el 14 y 21 de junio de 2001 en Teatro del Centro - Montevideo
Darnauchans revisitado - Brecha
Darnauchans revisitado
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN EN 11 ENERO 2013
ESCRITO POR: GUILHERME DE ALENCAR PINTO
Pocos músicos uruguayos tuvieron su trayectoria tan cubierta como Eduardo Darnauchans (1953-2007). Ya había dos libros de entrevistas, de Tabaré Couto (1993) y de Nelson Díaz (2008). A ellos se sumaba la edición en dvd (2008) de un curso de Washington Benavides, un documental de Ricardo Casas (1998). Sus ediciones discográficas siempre fueron muy cuidadas, con precisas informaciones redactadas por Víctor Cunha, y se les sumaron recientemente dos preciosistas reediciones por Sondor (de Las quemas y de Sansueña) curadas por la musicóloga Marita Fornaro.
La prensa le manifestó una constante simpatía y cuidó de seguir toda su trayectoria artística. En otros tiempos se hubiera considerado suficiente. Sin embargo, con pocos meses de diferencia salieron dos nuevos libros, uno biográfico y otro analítico. Ninguno de ellos llueve sobre lo mojado (en todo caso inundan lo que estaba húmedo), condensando lo principal de la información existente y ampliando muchísimo la perspectiva sobre uno de los cantautores fundamentales de la música uruguaya.
Esta es una de las biografías más detalladas sobre un músico uruguayo. Marcelo Rodríguez no es especialista en música ni en historia (es profesor de educación física), pero hace un relato exhaustivo de los hechos de la vida del gran cantautor. Su investigación empezó algunos años antes de la muerte del Darno: se acercó a éste por primera vez hacia 2004, ya con un gran bagaje de entrevistas a varios de sus allegados. En múltiples encuentros a partir de ahí, llegó a acumular 24 horas de entrevistas grabadas a su biografiado, además de asistir a la casi totalidad de sus presentaciones desde 2003. Luego de la muerte de Darnauchans, se concedió estos cinco años para realizar aun más entrevistas, corroborar detalles, sumar materiales de prensa, fotos, y preparar la edición.
Es poco probable que la historiografía llegue a necesitar más detalles que los que hay en este relato, que da cuenta de la infancia en Minas de Corrales y Tacuarembó, de una familia acosada por suicidios y locura (que dejarían secuelas muy perceptibles en la obra y la persona del Darno), de la constitución del Grupo de Tacuarembó alrededor de Washington Benavides, del menjunje de influencias musicales y literarias. La lectura del libro deja una idea contradictoria (muy característica de la situación cultural uruguaya), porque convive la constatación de un reconocimiento constante al artista, desde su precoz primera grabación a los 17 años, y la noción de que, sin embargo, esa respuesta siempre fue insuficiente, nunca bastó para garantizarle un vivir, ni le permitió al Darno “creérsela” o incorporar la satisfacción de sentirse importante. Dicha insuficiencia fue especialmente agravada en la época que fue, para muchos de sus cogeneracionales, la de máxima cantidad de presentaciones para la mayor cantidad de público, es decir, el auge del Canto Popular, puesto que Darnauchans fue uno de los músicos más persistentemente acosados por la dictadura: estuvo preso brevemente (tortura incluida), pasó dos años con libertad vigilada, se le prohibió cantar en público desde 1979 hasta 1982. Todo eso fue respuesta a aspectos reales de su militancia comunista, pero también a otros imaginados por las autoridades, de los que se le acusó falsamente.
La mayoría de las biografías ponen el énfasis en la parte más heroica de la vida, que suele corresponderse a los años de formación, intento de establecer la carrera y ascenso hacia la cumbre. Uno podría haber previsto una distribución así para Darnau- chans, con la mayor parte del volumen dedicada a los pasos que llevaron a sus obras máximas Sansueña (1978) y Zurcidor (1980), a su conflicto con la dictadura y su participación en la resistencia cultural. Pero Rodríguez prefirió una distribución más proporcional a la cronología. Ello responde, además, a la abundancia de documentos posteriores a la dictadura (varios de los cuales aparecen íntegramente transcritos). Así la parte “heroica” ocupa sólo el primer tercio del libro. Los dos tercios restantes transcurren a una tasa de un capítulo por año de vida, con su rutina algo enfermante de períodos de apartamiento alternados con “regresos”. La opción corre el riesgo doble de la monotonía y de insistir sobre lo poco relevante. En todo caso, esa “imparcialidad” cronológica tiene la virtud de hacer al lector vivenciar lo opresivo de esa monotonía, y en cierta forma entender en la propia estructura del relato el progresivo desgano y autoabandono del músico, hasta su muerte a los 53 años en medio del dolor (había enviudado 15 días antes).
http://brecha.com.uy/index.php/cultura/literarias/1197-darnauchans-revisitado
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN EN 11 ENERO 2013
ESCRITO POR: GUILHERME DE ALENCAR PINTO
Pocos músicos uruguayos tuvieron su trayectoria tan cubierta como Eduardo Darnauchans (1953-2007). Ya había dos libros de entrevistas, de Tabaré Couto (1993) y de Nelson Díaz (2008). A ellos se sumaba la edición en dvd (2008) de un curso de Washington Benavides, un documental de Ricardo Casas (1998). Sus ediciones discográficas siempre fueron muy cuidadas, con precisas informaciones redactadas por Víctor Cunha, y se les sumaron recientemente dos preciosistas reediciones por Sondor (de Las quemas y de Sansueña) curadas por la musicóloga Marita Fornaro.
La prensa le manifestó una constante simpatía y cuidó de seguir toda su trayectoria artística. En otros tiempos se hubiera considerado suficiente. Sin embargo, con pocos meses de diferencia salieron dos nuevos libros, uno biográfico y otro analítico. Ninguno de ellos llueve sobre lo mojado (en todo caso inundan lo que estaba húmedo), condensando lo principal de la información existente y ampliando muchísimo la perspectiva sobre uno de los cantautores fundamentales de la música uruguaya.
Esta es una de las biografías más detalladas sobre un músico uruguayo. Marcelo Rodríguez no es especialista en música ni en historia (es profesor de educación física), pero hace un relato exhaustivo de los hechos de la vida del gran cantautor. Su investigación empezó algunos años antes de la muerte del Darno: se acercó a éste por primera vez hacia 2004, ya con un gran bagaje de entrevistas a varios de sus allegados. En múltiples encuentros a partir de ahí, llegó a acumular 24 horas de entrevistas grabadas a su biografiado, además de asistir a la casi totalidad de sus presentaciones desde 2003. Luego de la muerte de Darnauchans, se concedió estos cinco años para realizar aun más entrevistas, corroborar detalles, sumar materiales de prensa, fotos, y preparar la edición.
Es poco probable que la historiografía llegue a necesitar más detalles que los que hay en este relato, que da cuenta de la infancia en Minas de Corrales y Tacuarembó, de una familia acosada por suicidios y locura (que dejarían secuelas muy perceptibles en la obra y la persona del Darno), de la constitución del Grupo de Tacuarembó alrededor de Washington Benavides, del menjunje de influencias musicales y literarias. La lectura del libro deja una idea contradictoria (muy característica de la situación cultural uruguaya), porque convive la constatación de un reconocimiento constante al artista, desde su precoz primera grabación a los 17 años, y la noción de que, sin embargo, esa respuesta siempre fue insuficiente, nunca bastó para garantizarle un vivir, ni le permitió al Darno “creérsela” o incorporar la satisfacción de sentirse importante. Dicha insuficiencia fue especialmente agravada en la época que fue, para muchos de sus cogeneracionales, la de máxima cantidad de presentaciones para la mayor cantidad de público, es decir, el auge del Canto Popular, puesto que Darnauchans fue uno de los músicos más persistentemente acosados por la dictadura: estuvo preso brevemente (tortura incluida), pasó dos años con libertad vigilada, se le prohibió cantar en público desde 1979 hasta 1982. Todo eso fue respuesta a aspectos reales de su militancia comunista, pero también a otros imaginados por las autoridades, de los que se le acusó falsamente.
La mayoría de las biografías ponen el énfasis en la parte más heroica de la vida, que suele corresponderse a los años de formación, intento de establecer la carrera y ascenso hacia la cumbre. Uno podría haber previsto una distribución así para Darnau- chans, con la mayor parte del volumen dedicada a los pasos que llevaron a sus obras máximas Sansueña (1978) y Zurcidor (1980), a su conflicto con la dictadura y su participación en la resistencia cultural. Pero Rodríguez prefirió una distribución más proporcional a la cronología. Ello responde, además, a la abundancia de documentos posteriores a la dictadura (varios de los cuales aparecen íntegramente transcritos). Así la parte “heroica” ocupa sólo el primer tercio del libro. Los dos tercios restantes transcurren a una tasa de un capítulo por año de vida, con su rutina algo enfermante de períodos de apartamiento alternados con “regresos”. La opción corre el riesgo doble de la monotonía y de insistir sobre lo poco relevante. En todo caso, esa “imparcialidad” cronológica tiene la virtud de hacer al lector vivenciar lo opresivo de esa monotonía, y en cierta forma entender en la propia estructura del relato el progresivo desgano y autoabandono del músico, hasta su muerte a los 53 años en medio del dolor (había enviudado 15 días antes).
http://brecha.com.uy/index.php/cultura/literarias/1197-darnauchans-revisitado
La gente quería tener cerca a Darnauchans - El Observador
"La gente quería tener cerca a Darnauchans”
Su primer libro fue una complicada aventura de reconstruir, a partir de casi todas las voces implicadas, la vida del esencial compositor uruguayo. Entre el Cuervo y el Ángel fue editado en diciembre por Perro Andaluz
+ Sebastián Auyanet @sebauyanet - 23.02.2013, 05:00 hs
No es el primer libro que se ha editado sobre Eduardo Darnauchans, pero sí se diferencia en el encare, con mucho detalle y a partir de muchísimas voces, elegido por el escritor para narrar la historia. Entre el Cuervo y el Ángel es el primer libro de Mauricio Rodríguez, quien conoció al popular “Darno” durante una serie de charlas vecinales y con quien se terminó relacionando fuertemente. Suspendió el proyecto tras la muerte del compositor en 2007 y recién el año pasado, de la mano del sello editorial Perro Andaluz, logró editar un libro esencial para quienes quieran bucear en los encantos musicales y personales de una presencia esencial en la gestación de una sensibilidad en la música uruguaya tan particular como necesaria.
¿Cuánto tiempo tomó la generación de este libro?
Arranqué en 2003. Cuando murió Eduardo, todo venía bastante terminado pero decidí poner el proyecto en el freezer. No me parecía leal para con la gente, tomar eso como oportunidad. Por suerte, tras un contacto con una multinacional no salió la chance de editar el libro y es ahí cuando surge la chance de hacerlo con Perro Andaluz. Fue mucho mejor porque es lo que permite que este libro haya quedado como yo quería en presentación, cantidad, tipo de páginas, etcétera. También en cuanto a plazos y cosas. Luego, en un año y pico, lo transformamos en este libro objeto.
¿Por qué fue mejor editarlo con Perro Andaluz, de forma más artesanal?
Sin desmerecer a nadie, creo que hay una diferencia abismal. Aquí, más que criterios comerciales fueron criterios artísticos los que se usaron para editar este libro. Yo creo que no es lo mismo que trabajemos un libro objeto a que trabajemos en un formato más de bolsillo. Hubo un trabajo de sistematización de toda la información y que resulta más integral. Yo quería que la lectura te permitiera ir del libro al disco, y de ahí al libro de nuevo. Y esto salió tal cual gracias a que Ángel Atienza me permitió hacerlo como quería.
¿Cómo comenzó?
Antes, en el marco de mi trabajo en el centro comunal 13, hicimos un ciclo llamado Dialogando, en el que llevábamos a un artista a charlar con la gente. En el marco de ese ciclo, uno de los que pasó fue el Darno. Mi primer contacto con él va por ahí. Conocí a muchos músicos importantes a los que luego consulté para este ciclo. Ahí es cuando sentí que iba generando espalda para un proyecto así.
¿La idea de que fuera a muchas voces se fue dando sola, entonces?
Claro, él es la columna vertebral del proyecto pero se sacan tangentes a los músicos, más que nada aquellos vinculados a su carrera artística. Por eso digo que es una biografía del Darno más que de Eduardo Darnauchans.
¿Qué es lo mejor de la personalidad de Darnauchans?
La capacidad de generar afecto. Algo que se va repitiendo en las generaciones que lo sucedieron. La gente quería tener cerca a Darnauchans. Tenía una capacidad encantatoria increíble.
¿Fue fácil reconstruir toda la historia?
Supongo que nace de mi pasión como lector. La pregunta fue ¿cómo es el libro del Darno que quiero leer? Entonces, desde el primer momento el encare fue ese, el de las muchas voces. No lo sentí como un proceso largo, pese a que está bravo andar por la vida siendo el tipo que va a hacer el libro de Eduardo Darnauchans. Pero no hubo problemas para acceder a la información.
¿Quedó algo trunco en la vida del Darno?
Y, si me lo preguntás a mí, se murió con 53 años. Evidentemente está en una edad en la que a alguien se lo considera joven. Mirá los últimos discos de Bob Dylan. ¿Cuántos discos nos perdimos del Darno?
Creo que tiene una calidad artística que podría haber trascendido fronteras. El camino que hizo (Jorge) Drexler en España, fue ofrecido por Sabina al Darno antes. Y el Darno no quiso. Eso te da una idea de su estatura artística. Sabina vino al teatro de Verano y quería hacer un show con el Darno, y el Darno lo boicoteó, se sintió liberado cuando se resolvió que no se hacía. A mí me recuerda a esos jugadores como Recoba, que podían ser los mejores del mundo. Nadie le preguntó a Recoba si quería ser el mejor del mundo. Lo mismo con el Darno. A lo mejor él quería tocar en Amarcord y quedarse después con su gente y nada más. Creo que el Darno no se fue con ninguna asignatura pendiente.
¿Por qué, de todos estos artistas que conoció, eligió al Darno?
Porque además de un artista increíble, es un personaje increíble. La paleta de preguntas es mucho más amplia para trabajar con el Darno que con otros artistas, quizá más profesionales en su rubro pero tipos en los que la conversación gira en torno a lo artístico. El Darno es más como Mateo, o el Príncipe. Dicho esto, no deberíamos olvidar que es un artista de primer nivel. Él no se parece a nada, y no quedó nadie que se parezca a él.
¿En qué es inimitable?
En que lo suyo es una receta muy complicada de imitar. Tiene ingredientes muy variados, muy heterogéneos, de procedencias muy distintas y colocados en unos niveles muy increíbles. Ha tenido una capacidad casi científica de trabajar la palabra, las influencias de Bob Dylan, los madrigales ingleses, etcétera. Nunca vas a escuchar tanto un disco de Francesco Gregori como lo escuchaba el Darno, que le sacaba hasta lo mínimo y lo más sutil de su influencia. Sólo tipos así pueden sacar la filigrana de las influencias y recursos que quería utilizar.
http://www.elobservador.com.uy/noticia/244278/34la-gente-queria-tener-cerca-a-darnauchans/
Su primer libro fue una complicada aventura de reconstruir, a partir de casi todas las voces implicadas, la vida del esencial compositor uruguayo. Entre el Cuervo y el Ángel fue editado en diciembre por Perro Andaluz
+ Sebastián Auyanet @sebauyanet - 23.02.2013, 05:00 hs
No es el primer libro que se ha editado sobre Eduardo Darnauchans, pero sí se diferencia en el encare, con mucho detalle y a partir de muchísimas voces, elegido por el escritor para narrar la historia. Entre el Cuervo y el Ángel es el primer libro de Mauricio Rodríguez, quien conoció al popular “Darno” durante una serie de charlas vecinales y con quien se terminó relacionando fuertemente. Suspendió el proyecto tras la muerte del compositor en 2007 y recién el año pasado, de la mano del sello editorial Perro Andaluz, logró editar un libro esencial para quienes quieran bucear en los encantos musicales y personales de una presencia esencial en la gestación de una sensibilidad en la música uruguaya tan particular como necesaria.
¿Cuánto tiempo tomó la generación de este libro?
Arranqué en 2003. Cuando murió Eduardo, todo venía bastante terminado pero decidí poner el proyecto en el freezer. No me parecía leal para con la gente, tomar eso como oportunidad. Por suerte, tras un contacto con una multinacional no salió la chance de editar el libro y es ahí cuando surge la chance de hacerlo con Perro Andaluz. Fue mucho mejor porque es lo que permite que este libro haya quedado como yo quería en presentación, cantidad, tipo de páginas, etcétera. También en cuanto a plazos y cosas. Luego, en un año y pico, lo transformamos en este libro objeto.
¿Por qué fue mejor editarlo con Perro Andaluz, de forma más artesanal?
Sin desmerecer a nadie, creo que hay una diferencia abismal. Aquí, más que criterios comerciales fueron criterios artísticos los que se usaron para editar este libro. Yo creo que no es lo mismo que trabajemos un libro objeto a que trabajemos en un formato más de bolsillo. Hubo un trabajo de sistematización de toda la información y que resulta más integral. Yo quería que la lectura te permitiera ir del libro al disco, y de ahí al libro de nuevo. Y esto salió tal cual gracias a que Ángel Atienza me permitió hacerlo como quería.
¿Cómo comenzó?
Antes, en el marco de mi trabajo en el centro comunal 13, hicimos un ciclo llamado Dialogando, en el que llevábamos a un artista a charlar con la gente. En el marco de ese ciclo, uno de los que pasó fue el Darno. Mi primer contacto con él va por ahí. Conocí a muchos músicos importantes a los que luego consulté para este ciclo. Ahí es cuando sentí que iba generando espalda para un proyecto así.
¿La idea de que fuera a muchas voces se fue dando sola, entonces?
Claro, él es la columna vertebral del proyecto pero se sacan tangentes a los músicos, más que nada aquellos vinculados a su carrera artística. Por eso digo que es una biografía del Darno más que de Eduardo Darnauchans.
¿Qué es lo mejor de la personalidad de Darnauchans?
La capacidad de generar afecto. Algo que se va repitiendo en las generaciones que lo sucedieron. La gente quería tener cerca a Darnauchans. Tenía una capacidad encantatoria increíble.
¿Fue fácil reconstruir toda la historia?
Supongo que nace de mi pasión como lector. La pregunta fue ¿cómo es el libro del Darno que quiero leer? Entonces, desde el primer momento el encare fue ese, el de las muchas voces. No lo sentí como un proceso largo, pese a que está bravo andar por la vida siendo el tipo que va a hacer el libro de Eduardo Darnauchans. Pero no hubo problemas para acceder a la información.
¿Quedó algo trunco en la vida del Darno?
Y, si me lo preguntás a mí, se murió con 53 años. Evidentemente está en una edad en la que a alguien se lo considera joven. Mirá los últimos discos de Bob Dylan. ¿Cuántos discos nos perdimos del Darno?
Creo que tiene una calidad artística que podría haber trascendido fronteras. El camino que hizo (Jorge) Drexler en España, fue ofrecido por Sabina al Darno antes. Y el Darno no quiso. Eso te da una idea de su estatura artística. Sabina vino al teatro de Verano y quería hacer un show con el Darno, y el Darno lo boicoteó, se sintió liberado cuando se resolvió que no se hacía. A mí me recuerda a esos jugadores como Recoba, que podían ser los mejores del mundo. Nadie le preguntó a Recoba si quería ser el mejor del mundo. Lo mismo con el Darno. A lo mejor él quería tocar en Amarcord y quedarse después con su gente y nada más. Creo que el Darno no se fue con ninguna asignatura pendiente.
¿Por qué, de todos estos artistas que conoció, eligió al Darno?
Porque además de un artista increíble, es un personaje increíble. La paleta de preguntas es mucho más amplia para trabajar con el Darno que con otros artistas, quizá más profesionales en su rubro pero tipos en los que la conversación gira en torno a lo artístico. El Darno es más como Mateo, o el Príncipe. Dicho esto, no deberíamos olvidar que es un artista de primer nivel. Él no se parece a nada, y no quedó nadie que se parezca a él.
¿En qué es inimitable?
En que lo suyo es una receta muy complicada de imitar. Tiene ingredientes muy variados, muy heterogéneos, de procedencias muy distintas y colocados en unos niveles muy increíbles. Ha tenido una capacidad casi científica de trabajar la palabra, las influencias de Bob Dylan, los madrigales ingleses, etcétera. Nunca vas a escuchar tanto un disco de Francesco Gregori como lo escuchaba el Darno, que le sacaba hasta lo mínimo y lo más sutil de su influencia. Sólo tipos así pueden sacar la filigrana de las influencias y recursos que quería utilizar.
http://www.elobservador.com.uy/noticia/244278/34la-gente-queria-tener-cerca-a-darnauchans/
Canciones y neblinas - El País
Canciones y neblinas
En su más de treinta y cinco años de carrera artística, Eduardo Darnauchans apenas grabó siete álbumes de estudio. Ya con su salud diezmada terminó el último, El ángel azul (2005), donde solamente puso su voz en las canciones, dejando la grabación en manos de de Alejandro Ferradás y los músicos que lo acompañaron.
Luis Fernando Iglesias
Lo separaban dieciséis años del excelente El trigo de la luna(1989) y en el medio solamente hubo algunos trabajos grabados en vivo junto a una recopilación de rarezas y canciones "encontradas" que se llamó Raras & Casuales(2002). En los primeros años de los 2000 comenzaba a vislumbrarse el comienzo del fin y algún colega -que mucho lo quería- dijo que el músico ya se había retirado "aunque no se hubiera dado cuenta". Pese a la fidelidad y apoyo de la banda que lo acompañó hasta el final - Shyra Panzardo en bajo, Guzmán Peralta en guitarra y el nombrado Ferradás en guitarra y dirección- a Darnauchans casi le era imposible completar alguna actuación sin incidentes. Se iba de tiempo, entraba mal a cantar sus versos, su voz sonaba agotada y comenzaba a parecer una caricatura de sí mismo. Pero ni siquiera ese triste final pudo empañar su figura ni mucho menos su obra, situada entre las más importantes de la música popular uruguaya.
Nacido en Montevideo el domingo 15 de noviembre de 1953, Darnauchans vivió pocos años en Minas de Corrales, de donde su familia tuvo que irse ante el boicot que sufrió su padre, médico del pueblo, por apoyar a la revolución cubana. Pasó el resto de su infancia y adolescencia en la ciudad de Tacuarembó. Bajo el ala del poeta y profesor de literatura Washington Benavídez, un grupo de jóvenes de esa ciudad comenzaron a generar una fuerte movida cultural conformada, entre otros, por Carlos Benavídez, Víctor Cunha, Eduardo Larbanois, Eduardo Milán, Carlos da Silveira, Numa Morales y el propio Darnauchans. Ese grupo fue su gran influencia en el descubrimiento de autores, libros y músicos extranjeros. Cunha recuerda que en aquella lejana Tacuarembó lo llamaban The Hollie[sic] Man (El Hombre Puro) porque "no tomaba alcohol, creía en la fidelidad y la monogamia, estaba enamorado del amor… ya tocaba la guitarra más o menos igual a lo que mostraría algunos años después en Montevideo". Su llegada a la capital se produjo a fines de los sesenta. En 1970 grabó un disco simple y en 1971 salió al mercado su primer larga duración: Canción de muchacho. Poco a poco el público reconoció a un compositor de melodías sencillas pero nunca banales y que en sus canciones resaltaba la poética de sus letras junto a una forma íntima de interpretación.
El títere.
"Yo toda la vida intenté ser algo así como un Bob Dylan, pero no me dio. En primer lugar no cantaba en inglés y no pertenecía a la zona geográfica de Dylan; entonces salí yo", confesó en una entrevista. Es fácil encontrar en su obra la influencia de sus cantautores admirados, como Dylan, Leonard Cohen o el francés Antoine Muraccoli, pero con el tiempo su figura se hizo más rica y su ubicación en el panorama musical de mediados de los setenta también compleja. No formaba parte del canto popular, movimiento de raíces folclóricas con letras que reflejaban las urgencias de la lucha contra el gobierno de facto, y los integrantes de ese movimiento miraban con recelo los aires folk y roqueros del cantante; pero en los ochenta tampoco integraría la movida del rock uruguayo post dictadura. Algo similar le ocurrió a quien fue uno de sus más estrechos compañeros musicales, Fernando Cabrera, que también parecía desacomodado en esos encuadramientos inútiles. Pese a ello, con el tiempo los dos compositores se volverían influencias importantes para los músicos uruguayos de generaciones posteriores.
Sansueña (1978), álbum producido por Jorge Galemire, se transformó en un inesperado éxito y lo transformó en un músico de considerable popularidad. En momentos en que hacía ciclos exitosos de recitales en la Alianza Francesa, fue prohibido por la dictadura un día después de la muerte de su padre. "Me robaron la juventud", dijo varias veces, sentencia que es fácilmente compartible. Pese a la prohibición continuó componiendo canciones y en 1980 grabó Zurcidor, su mejor disco, pero la tristeza de verse alejado de los escenarios lo perseguía. Con una herencia familiar de depresiones y suicidios, intentó sin éxito poner fin a sus días. Luego de la muerte de su madre se comprometió con la vida y, finalmente, la injusta prohibición concluyó.
Una vez que pudo volver a los escenarios su personalidad tímida y retraída necesitaba de un muñeco, una especie de Muppet como alguna vez lo definió, que se subiera al escenario a enfrentar al público y hacer cosas que él nunca haría en su vida particular. Así nació el Darno, ser oscuro, de lentes negros, bufanda o pañuelos rojos, delgadas corbatas, pertinaz fumador y bebedor, que cantaba frente a una platea que usualmente lo idolatraba. Ese títere inventado de a poco fue ganando la partida produciéndose un intercambio de papeles. El Darno comenzó a manejar los hilos de la vida de su creador.
Señora otra.
Es indudable que la historia de Eduardo Darnauchans tiene todos los componentes de épica, fama y tragedia que hacen a una biografía atractiva. Marcelo Rodríguez aborda esa tarea en Entre el Cuervo y el Ángel, y logra un documentado y exhaustivo repaso de la vida y obra del cantante. El lector podrá sentir que algunos detalles sobran. Agregar tres o cuatro reseñas de varios recitales es una acumulación de datos que no enriquece la historia. Sin embargo, el autor parece crecer a medida que se avanza y es dable reconocer su encomiable trabajo de entrevistas, que redondea un apreciable aporte para entender la vida del músico. Los que conocieron al cantautor, amigos, parejas y artistas que lo acompañaron, descubren detalles de la felicidad que experimentaron al compartir su tiempo con Darnauchans, pero también del tortuoso camino que a veces tomaron sus días. Los demonios que lo acechaban, sus problemas económicos, algunas desavenencias con sus músicos y la inseguridad de éstos ante las recaídas del Darno son relatados con sobriedad y respeto. El tono es piadoso y evita detalles escabrosos.
Rodríguez nunca olvida que detrás de ese personaje se encuentra el hombre que creó alguna de las canciones más importantes de la música uruguaya y que dejó su vida en tantas noches de actuación. El relato de los últimos días es de lo más emocionante de su libro, con el músico peleando contra el alcohol en un establecimiento para ancianos mientras sus amigos pedían, sin éxito, por una pensión graciable que le hiciera un poco más digna su vida. Una noche de 2007, según cuenta Víctor Cunha, un par de semanas después de que su esposa Patricia falleciera, Darnauchans pidió a la mujer que lo cuidaba en ese asilo que si lo veía llorar no lo interrumpiese y que iba a leer un libro sobre Shakespeare. Con ese libro sobre la mesa de luz lo encontraron en la madrugada, agotado de cargar a su personaje sobre los hombros y con la resolución irrevocable de descansar para siempre.
DARNAUCHANS - ENTRE EL CUERVO Y EL ÁNGEL, de Marcelo Rodríguez. Perro Andaluz Ediciones, 2012. Montevideo, 480 págs. Incluye CD inédito con el recital El trigo de la luna del 18 de octubre de 1989 en el Teatro del Notariado.
http://www.elpais.com.uy/cultural/canciones-neblinas-eduardo-darnachauns.html
En su más de treinta y cinco años de carrera artística, Eduardo Darnauchans apenas grabó siete álbumes de estudio. Ya con su salud diezmada terminó el último, El ángel azul (2005), donde solamente puso su voz en las canciones, dejando la grabación en manos de de Alejandro Ferradás y los músicos que lo acompañaron.
Luis Fernando Iglesias
Lo separaban dieciséis años del excelente El trigo de la luna(1989) y en el medio solamente hubo algunos trabajos grabados en vivo junto a una recopilación de rarezas y canciones "encontradas" que se llamó Raras & Casuales(2002). En los primeros años de los 2000 comenzaba a vislumbrarse el comienzo del fin y algún colega -que mucho lo quería- dijo que el músico ya se había retirado "aunque no se hubiera dado cuenta". Pese a la fidelidad y apoyo de la banda que lo acompañó hasta el final - Shyra Panzardo en bajo, Guzmán Peralta en guitarra y el nombrado Ferradás en guitarra y dirección- a Darnauchans casi le era imposible completar alguna actuación sin incidentes. Se iba de tiempo, entraba mal a cantar sus versos, su voz sonaba agotada y comenzaba a parecer una caricatura de sí mismo. Pero ni siquiera ese triste final pudo empañar su figura ni mucho menos su obra, situada entre las más importantes de la música popular uruguaya.
Nacido en Montevideo el domingo 15 de noviembre de 1953, Darnauchans vivió pocos años en Minas de Corrales, de donde su familia tuvo que irse ante el boicot que sufrió su padre, médico del pueblo, por apoyar a la revolución cubana. Pasó el resto de su infancia y adolescencia en la ciudad de Tacuarembó. Bajo el ala del poeta y profesor de literatura Washington Benavídez, un grupo de jóvenes de esa ciudad comenzaron a generar una fuerte movida cultural conformada, entre otros, por Carlos Benavídez, Víctor Cunha, Eduardo Larbanois, Eduardo Milán, Carlos da Silveira, Numa Morales y el propio Darnauchans. Ese grupo fue su gran influencia en el descubrimiento de autores, libros y músicos extranjeros. Cunha recuerda que en aquella lejana Tacuarembó lo llamaban The Hollie[sic] Man (El Hombre Puro) porque "no tomaba alcohol, creía en la fidelidad y la monogamia, estaba enamorado del amor… ya tocaba la guitarra más o menos igual a lo que mostraría algunos años después en Montevideo". Su llegada a la capital se produjo a fines de los sesenta. En 1970 grabó un disco simple y en 1971 salió al mercado su primer larga duración: Canción de muchacho. Poco a poco el público reconoció a un compositor de melodías sencillas pero nunca banales y que en sus canciones resaltaba la poética de sus letras junto a una forma íntima de interpretación.
El títere.
"Yo toda la vida intenté ser algo así como un Bob Dylan, pero no me dio. En primer lugar no cantaba en inglés y no pertenecía a la zona geográfica de Dylan; entonces salí yo", confesó en una entrevista. Es fácil encontrar en su obra la influencia de sus cantautores admirados, como Dylan, Leonard Cohen o el francés Antoine Muraccoli, pero con el tiempo su figura se hizo más rica y su ubicación en el panorama musical de mediados de los setenta también compleja. No formaba parte del canto popular, movimiento de raíces folclóricas con letras que reflejaban las urgencias de la lucha contra el gobierno de facto, y los integrantes de ese movimiento miraban con recelo los aires folk y roqueros del cantante; pero en los ochenta tampoco integraría la movida del rock uruguayo post dictadura. Algo similar le ocurrió a quien fue uno de sus más estrechos compañeros musicales, Fernando Cabrera, que también parecía desacomodado en esos encuadramientos inútiles. Pese a ello, con el tiempo los dos compositores se volverían influencias importantes para los músicos uruguayos de generaciones posteriores.
Sansueña (1978), álbum producido por Jorge Galemire, se transformó en un inesperado éxito y lo transformó en un músico de considerable popularidad. En momentos en que hacía ciclos exitosos de recitales en la Alianza Francesa, fue prohibido por la dictadura un día después de la muerte de su padre. "Me robaron la juventud", dijo varias veces, sentencia que es fácilmente compartible. Pese a la prohibición continuó componiendo canciones y en 1980 grabó Zurcidor, su mejor disco, pero la tristeza de verse alejado de los escenarios lo perseguía. Con una herencia familiar de depresiones y suicidios, intentó sin éxito poner fin a sus días. Luego de la muerte de su madre se comprometió con la vida y, finalmente, la injusta prohibición concluyó.
Una vez que pudo volver a los escenarios su personalidad tímida y retraída necesitaba de un muñeco, una especie de Muppet como alguna vez lo definió, que se subiera al escenario a enfrentar al público y hacer cosas que él nunca haría en su vida particular. Así nació el Darno, ser oscuro, de lentes negros, bufanda o pañuelos rojos, delgadas corbatas, pertinaz fumador y bebedor, que cantaba frente a una platea que usualmente lo idolatraba. Ese títere inventado de a poco fue ganando la partida produciéndose un intercambio de papeles. El Darno comenzó a manejar los hilos de la vida de su creador.
Señora otra.
Es indudable que la historia de Eduardo Darnauchans tiene todos los componentes de épica, fama y tragedia que hacen a una biografía atractiva. Marcelo Rodríguez aborda esa tarea en Entre el Cuervo y el Ángel, y logra un documentado y exhaustivo repaso de la vida y obra del cantante. El lector podrá sentir que algunos detalles sobran. Agregar tres o cuatro reseñas de varios recitales es una acumulación de datos que no enriquece la historia. Sin embargo, el autor parece crecer a medida que se avanza y es dable reconocer su encomiable trabajo de entrevistas, que redondea un apreciable aporte para entender la vida del músico. Los que conocieron al cantautor, amigos, parejas y artistas que lo acompañaron, descubren detalles de la felicidad que experimentaron al compartir su tiempo con Darnauchans, pero también del tortuoso camino que a veces tomaron sus días. Los demonios que lo acechaban, sus problemas económicos, algunas desavenencias con sus músicos y la inseguridad de éstos ante las recaídas del Darno son relatados con sobriedad y respeto. El tono es piadoso y evita detalles escabrosos.
Rodríguez nunca olvida que detrás de ese personaje se encuentra el hombre que creó alguna de las canciones más importantes de la música uruguaya y que dejó su vida en tantas noches de actuación. El relato de los últimos días es de lo más emocionante de su libro, con el músico peleando contra el alcohol en un establecimiento para ancianos mientras sus amigos pedían, sin éxito, por una pensión graciable que le hiciera un poco más digna su vida. Una noche de 2007, según cuenta Víctor Cunha, un par de semanas después de que su esposa Patricia falleciera, Darnauchans pidió a la mujer que lo cuidaba en ese asilo que si lo veía llorar no lo interrumpiese y que iba a leer un libro sobre Shakespeare. Con ese libro sobre la mesa de luz lo encontraron en la madrugada, agotado de cargar a su personaje sobre los hombros y con la resolución irrevocable de descansar para siempre.
DARNAUCHANS - ENTRE EL CUERVO Y EL ÁNGEL, de Marcelo Rodríguez. Perro Andaluz Ediciones, 2012. Montevideo, 480 págs. Incluye CD inédito con el recital El trigo de la luna del 18 de octubre de 1989 en el Teatro del Notariado.
http://www.elpais.com.uy/cultural/canciones-neblinas-eduardo-darnachauns.html
No hay poetas de oscuridad - El País
Viernes 09.11.2012, 02:43 hs l Montevideo, Uruguay
El País
ENTREVISTA INÉDITA A EDUARDO DARNAUCHANS
No hay poetas de oscuridad
Daniel Veloso
VEINTE AÑOS no son nada, o casi. En julio de 1993, sin querer, logré reunir a los poetas Washington Benavides (Bocha) y Víctor Cunha, junto al intérprete y compositor Eduardo Darnauchans (Darno) en la casa del primero. El objetivo era entrevistar a Darnauchans (15/11/53-7/3/2007). Pero no sería tan sencillo.
Entre los cuatro formábamos un círculo. Frente a mí, Darnauchans de pie, fumando. A su izquierda estaba Cunha sentado en una silla contra la pared. A mi derecha, un serio Benavides, como si fuera un mago presidiendo una reunión de druidas, cerraba la rueda. La luz amarillenta de la bombita se fijaba a los libros, a las fotografías, a los recuerdos y obsequios traídos por amigos y visitantes de toda América Latina.
Washington Benavides fue el primero en romper el hielo; contó que en Tacuarembó, en su juventud, se reunía con amigos "en un monte de eucaliptos" a leer poemas, "sobre todo en verano". Lo llamaban "la colina del alto viento".
Aquella "comuna" de poetas no sólo se juntaba a leer poesía, también "jugábamos al fútbol en la playita del Tacuarembó".
Darnauchans interrumpió diciendo que siempre "había que discutir por algo" y que cualquier tópico servía, por ejemplo "un tema era las cina-cinas". Didáctico como era, dijo que "la cina-cina si algo es, es populosa en espinas y parca en flores". Nos explicó que la planta "tiene unas flores pequeñitas amarillas y rojas".
Benavides, como buen profesor amplió la descripción: "Son plantas para cercos; es una planta muy cristiana", dijo burlón.
Contrariado por un comienzo tan difuso, les pregunté las edades. Benavides dijo que tenía 63 años y Darnauchans 39.
Experto en conducir relatos, Benavides dio una mano: "Yo lo vi a Darnauchans jugar de golero, en el San Javier", un equipo local. "En esa época también él pertenecía al sector de los batracios", sentenció jocoso, haciendo referencia al sobrenombre de "sapo" que le habían puesto en su pueblo.
Darnauchans se defendió: "No por la apariencia física, sino por un salto de sapo que hice, cayendo en un tajamar, y como la natación no era mi deporte favorito, tuve que hacer una flotación de tipo batracio". Un estallido de risas en el grupo. "Por un tiempo le llegaron a decir Sapito", agregó Benavides. "Al Darno se le cortó la carrera a aspirante de Mazurkiewicz [el arquero de Peñarol y de la selección uruguaya] por una fractura".
El cantante explicó que fue una fractura de clavícula. "Intentaba ser el golero titular. Jugaba en el equipo opuesto de la iglesia; en mi barrio había dos equipos: el Esparta y el Atenas". Este último "era el equipo laico. Siempre fui muy adepto a Palas Atenea; a la gorda Helena, por lo general no, porque se dejó raptar", dijo, en referencia al mitológico juicio de Paris.
Ayudando a mantener el hilo de la narración, Benavides continuó con una broma: "Después retomo a Darnauchans en el liceo como profesor de literatura. Creo que lo martiricé algunos años, menos en cuarto".
"Tomé al Bocha en el 67", precisó Darnauchans. A su favor señaló que "era un alumno disciplinado, por la casa de la que venía; la pequeña burguesía, el respeto". En su clase "había una barra tenebrosa, conspicuos repetidores. No recuerdo que el Bocha haya echado a nadie".
Benavides intercedió: "Yo era un camarada de un numeroso grupo de alumnos del liceo. Íbamos a jugar al fútbol y un día nos echaron a todos juntos del San Javier. Nos gritaban ¡ateos!". Y agregó entre sonrisas: "Es que íbamos ganando".
LOS BEATLES EN TACUAREMBÓ.
"Recuerdo una vez en la que estaba sentado en un bar con Daniel Viglietti y había una sinfonola. Los dos nos paramos, apretamos los botones y pusimos los discos simples de los Beatles". Cerca estaba el director del liceo de Tacuarembó. Se les acercó y les dijo: "¡Pero cómo les puede gustar ese ruidaje!", contó Benavides. "En las clases mezclábamos el rock", logrando que "la atmósfera fuera distinta".
Aquella generación de amigos se reunía a leer y tocar música como "un grupo formidable donde cada uno de sus integrantes tenía una personalidad muy especial".
Pero ¿existió una vez el Grupo de Tacuarembó? Benavides: "Nunca existió. La peor forma de romper un mito es intentar romperlo, cada vez se solidifica más. No hubo nunca un grupo de Tacuarembó; nos reuníamos en mi casa y en el taller de Gustavo Alamón. Se escuchaba música, se leía. Era gente que estaba un paso adelante en música con respecto a la capital. En Montevideo estaban con los epígonos de la Bossa Nova. Si hay un término que probablemente defina lo que ocurrió entre todos nosotros sea: fluidez de trato".
El Darno, que escuchó atento, agregó un detalle: "Comíamos empanadas de perdiz, perdón, codorniz". Siguiéndole el juego, Benavides acotó: "Tomábamos algún espeso y griego vino de la sexta sección de Tacuarembó, comíamos torta del Alba que tan buena es para los poetas y los músicos, cuya receta es un secreto alquímico". Para cerrar el tema, indicó que "aquel no fue un taller de poesía; yo me consideraba uno más".
AQUELLAS BALADAS.
Pregunto a Darnauchans por qué se dedicó a componer baladas en vez de formar una banda de rock.
Puso como ejemplo a Bob Dylan y a los Rolling Stones y preguntó si el origen de sus baladas "vendría de las baladas célticas. Nunca separé la balada del rock, o la milonga de la balada". Citó como influencia a Donovan, un cantautor escocés que en sus inicios hacía folk.
Junto a los músicos con los que tocaba "decidimos hacer un tipo de milonga, porque no hay diferencia; si escuchás country y música tradicional irlandesa no vas a encontrar ninguna diferencia y si sumás country más la veta negra vas a encontrar rock and roll".
Benavides intervino: "El Darno es un artista de la melodía, de una línea musical que se tenía que emparentar con la creación de un tipo de música de una profundidad de siglos, pero creaba el presente a través de algunosrepresentantes de diferentes países, que eran baladistas". Darnauchans como poeta "queda disimulado, igual que Alfredo Zitarrosa, por la voz carismática y la música; él se estaba proyectando a través de sus textos". Lo definió como "tan ferozmente autocrítico como Zitarrosa".
Insistiendo sobre la imagen que a mis veinte años percibía de él, le pregunté si se sentía cómodo con "la imagen que da de un ser oscuro".
Darnauchans reaccionó casi enojado: "La parte oscura de cada vecino, de renuncia a la vida ¿quién no la tiene?, ¿por qué me tocó esta vida?, ¿en qué parte de la Biblia debo creer?, ¿en el Eclesiastés? ¿en el Sermón de la montaña? No hay poetas de la oscuridad ni poetas de la luz".
APRENDIZ DE LA DUDA.
En aquellos años en que era una preocupación personal cómo hacer para publicar, les pregunté si tenían necesidad de publicar poemas y editar discos. Benavides fue enfático: "hay necesidad, pero no significa que crees tu pedestal". Puso de ejemplo la canción de Darnauchans "El equilibrista", para referirse a que en la "canción cantada y en la palabra escrita ya no hay retroceso; las correcciones vendrán si se te concede tiempo y talento".
A su vez, Darnauchans agregó: "Yo edito, pero también tengo la oportunidad en la escena de representar y volver a representar".
Washington Benavides asintió y reconoció que el Darno como músico "puede corregir, modificar; en cambio el poeta que escribe ahí en el libro, lo modificará escribiendo otro poema, o sustituyendo versos. El hombre de tablas puede ir modificando a través del tiempo lo que parecería inamovible en las notas musicales y en el texto".
Un poco molesto, Darnauchans intervino: "La diferencia entre ambos es que usted no interpreta y yo sí interpreto", y tras una pausa: "el poeta cada tanto puede que lea".
"Una cárcel de papel", dijo por lo bajo el Bocha, y reflexionó diciendo que no era posible que Darnauchans hubiera seguido cantando igual aquellas canciones de los setenta porque "ya no es el que ganó a los dieciséis años el concurso de la canción joven".
En ese momento de la entrevista intervino Víctor Cunha: "El público tiene la felicidad de la versión", dijo. La gente quedaría "en la concordancia que queda entre la memoria, el modelo y la versión que está escuchando". Dirigiéndose a Darnauchans, le puso como ejemplo a la compositora y cantante uruguaya Sylvia Meyer, "que canta canciones tuyas; se evade del modelo, pero la canción sigue siendo tuya".
Entusiasmado, Cunha expresó que era una práctica habitual de Darnauchans cambiar versos de sus canciones. "`Mujer flaca` es una canción que está todo el tiempo siendo cambiada; nunca se sabe con qué letra la va a cantar", señaló el poeta. "Pero él está jugando con que hay una letra madre que está fijada y es la que la gente tiene más o menos en la memoria y él de repente asedia la imagen, superponiendo otra versión, con la que contrasta. Es otra manera de ver lo que ya decía".
Darnauchans, que ha cambiado de lugar, tal vez incómodo, se refiere a Cunha. "Él oficia de poeta, tiene más de coraje, de valentía, que mi trabajo que se parece más al varieté, que tiene que ver con la diversión".
La última pregunta al Darno fue si escribía poesía: "No he escrito una sola línea que no pueda ser musicalizable; yo pienso antes en una melodía".
Benavides, desde su silla, inclinado hacia delante, con una mano apoyada en una pierna, se dirigió al Darno: "En vos no hay ningún rompimiento, es una sola raíz. Interpretás textos de otros y vos has dicho que a partir del momento que interpretás un texto, ese texto es tuyo". Hizo un largo silencio, miró alrededor y concluyó: "Es un aplicado aprendiz de la duda".
DESPEDIDA.
La noche se hacía mayor y todos habíamos quedado cansados, en ese punto en que ni el entrevistado ni el periodista saben qué más decir.
Fue así que me despedí, bajé las escaleras y salí a la calle. Estaba muy molesto. No había encontrado lo que había ido a buscar; la nota sencilla de esquema clásico que imaginaba, en la que el Darno hablara sobre sus orígenes, su trayectoria, sus canciones y sus nuevos proyectos. En cambio encontré en estas personas que se conocían desde hacía mucho tiempo, todo un país, una geografía que apenas podía comprender. Como el Tacuarembó mítico que habían ayudado a crear, con sus valles y sus cerros.
En qué situación estaba la relación entre el Bocha y el Darno, antiguos alumno y profesor, en ese momento de sus vidas, sólo lo sabrían ellos, y esos son datos que se los llevó el tiempo.
De igual modo tampoco se puede saber qué ocurría con Darnauchans durante aquel invierno, cuando se encaminaba a cumplir los cuarenta años. Acaso pesaban el largo y terco esfuerzo empeñado para conseguir un estilo propio, una forma de cantar, un sello. Eran artistas que habían dado su vida en la convicción de que ese era el camino correcto, por el que obtendrían su arte, tal como lo imaginaban, y quizá también, la felicidad.
Demasiados retos de interpretación para un joven aprendiz de periodista. Tal vez, pero al fin y al cabo este es el texto, hijo de aquel encuentro y de aquel tiempo.
Periodismo joven
D. V.
TENÍA VEINTIDÓS años. Era el invierno de 1993. Cursaba 2º año en la UTU Periodismo, como le llamábamos al Curso Técnico de Comunicación Social. En mayo había publicado mi primera nota, en la sección de cultura del diario El Día, en su breve segunda época, sobre un concurso de historietas. El periodista que me aceptó aquella primera nota fue Raúl Forlán Lamarque (1958-2004).
Luego de entrevistar al músico Tabaré Rivero, y de que me rechazaran la nota, apunté a lograr una entrevista con "el Darno". Busqué en la guía el teléfono de Pupa`s, la casa de empanadas que quedaba sobre 18 de julio a un lado de la Biblioteca Nacional, donde sabía que Eduardo Darnauchans paraba casi cada noche.
Llamé desde casa. Atendieron. Se escuchaba el bullicio del lugar repleto de gente.
-¿Está el Darno?-, pregunté.
- Sí -me dijo una voz. -¡Darno!, teléfono para vos- gritó.
Unos instantes más tarde era el propio Darnauchans el que atendió el teléfono. Le dije todo asustado que quería entrevistarlo. Le conté que conocía a Washington Benavides y le sugerí hacer la entrevista en casa de este. Le pareció bien. Arreglamos para el siguiente jueves, a las ocho de la noche. Ya estaba: tenía mi nota sobre el Darno.
De aquella noche recuerdo que hacía frío, que había salido con poco tiempo para la entrevista y que además la casa del "Bocha" me quedaba a trasmano, sobre Garibaldi, a muchas cuadras de donde me dejaba el ómnibus.
Corrí y corrí para estar en punto, pero el Darno no había llegado. Con Benavides estaba el poeta Víctor Cunha, que creo me informó que era el representante de Darnauchans. Estaba allí para fiscalizar lo que se dijera en esa entrevista. Ya no me gustaba el asunto. Cunha, con su barba oscura, intimidaba. Burlón y hosco, me miraba no muy convencido de mis credenciales de periodista.
A Benavides lo había ido a visitar un año atrás. Me impresionó su larga biblioteca, que dominaba toda una pared de su apartamento. Allí atesoraba y almacenaba libros, recortes de diario y casetes por cientos, con grabaciones de autores de toda América Latina. El "Bocha" me parecía algo así como un musicólogo, un folklorista.
Los minutos pasaban y yo me inquietaba. También ellos estaban incómodos. Eran casi las nueve y el Darno no llegaba. Hablaron un poco sobre él, hasta que de improviso apareció.
Se notaba que había tenido que esforzarse para llegar. Se le veía cansado, transpirado. Imagino que vendría de alguna tertulia. Posiblemente del mismo Pupa`s donde tenía cuenta.
La entrevista fue complicada. Los entrevistados hilvanaban ideas con lo que decía el otro, llevándome de un lado a otro y, para colmo, por lo menos eso pensé en ese momento, Cunha intervenía cada tanto. Hoy agradezco esas intervenciones.
Darnauchans esa noche estaba disperso, cansado, socarrón. Tal vez mi porte de estudiante de periodismo, más que de periodista, les llevara a pensar que esa entrevista nunca vería la luz, tal como sucedió. Hasta ahora, cuando pasaron veinte años y se cumplen 59 de su nacimiento.
Después de ese día juré que nunca más iba a hacer una entrevista a más de una persona a la vez. De hecho he sido un feroz propagandista contra la entrevista múltiple. Después no tuve más remedio que hacerlas.
Los años pasaron y los apuntes de la "desgrabación" de aquella entrevista aparecieron tras varias mudanzas, mezclados entre mis papeles.
En diciembre de 1993 anoté en un cuaderno sobre aquel encuentro: "no me gustó para nada; salgo de allí bajoneado". Escribí también que me molestó que Darnauchans dijera frases en latín que en ese entonces interpreté como una pose petulante. Ahora lo veo sólo como un problema de comunicación intergeneracional; nada grave.
Pasó mucho tiempo, es cierto. El Darno murió en marzo de 2007. Cuando lo entrevisté tenía sólo treinta y nueve años. Ahora tengo más edad que él en aquel momento, pero qué raro cómo lo recuerdo. Tan gastado y a la vez tan imperecedero, tan inmortal.
El "Bocha" ya es un hombre de ochenta y dos años. Hace un tiempo me lo encontré en la calle, cerca de la Facultad de Humanidades, donde era profesor de Letras. Cuando me vio pareció que había visto un fantasma. Eso me alegró. Me recordaba. Recordaba a aquel gurí que con un cuaderno lleno de poemas había ido a su casa una mañana, en bicicleta, y nos quedamos charlando hasta el mediodía.
Así que pasado el tiempo, decidí tomar los viejos apuntes de aquel encuentro para terminar lo que empezó aquel periodista de veintipocos años y pelo largo.
Estilos
ANTES DE QUE Darnauchans llegara a la entrevista (se demoró casi una hora) Víctor Cunha y Washington Benavides estuvieron hablando sobre él. Dijeron que el Darno era capaz de quejarse por tocar dos días seguidos, "pero a su vez si él lo desea puede esforzarse sin que pueda ser disuadido", dijo Cunha. Y contó una anécdota: tenía que cantar el viernes en el Teatro Solís y el sábado en Laberinto, un boliche que quedaba en Maldonado esquina Florida. "No tuvo mejor idea que aceptar cantar en un acto en solidaridad con los vascos. Se arregló que cantara tres canciones, pero como una conocida murga no pudo ir, él se ofreció a seguir cantando y no se le podía hacer entender que tenía dos actuaciones los dos días siguientes".
Homenaje y recuerdo a la poesía de Darnauchans - Radio Uruguay
Jueves 1 de Noviembre de 2012
Radio Uruguay
Homenaje y recuerdo a la poesía de Darnauchans
La profesora de literatura Silvia Sabaj publicó recientemente el libro Oficio de Zurcidor – Un acercamiento crítico a la poesía de Eduardo Darnauchans. Se trata de una guiñada al nombre del disco que el artista lanzó en 1981, llamado Zurcidor.
El libro está conformado por 248 páginas. Ha sido editado por Rebeca Linke Editoras. Además del estudio, incluye una antología con las letras de 40 textos de Eduardo Darnauchans y un glosario con términos técnicos.
La investigación y análisis que luego devino en la publicación de este libro empezó en el año 2006, fue publicado en agosto de 2012 y presentado en público los primeros días de este mes de setiembre.
El libro repasa la poesía del artista, pero también la situación que vivió Darnauchans durante la dictadura militar, cuando padeció la detención en reiteradas ocasiones, se le impidió actuar en vivo y hasta realizar estudios terciarios.
Sabaj explicó en el programa el proceso de elaboración del libro y destacó la figura de Darnauchans en la escena artística nacional.
Por su parte, el poeta, ensayista y crítico literario uruguayo Eduardo Milán, radicado en México desde 1979, amigo de Darnauchans dio su perspectiva sobre la publicación y sobre la figura del homenajeado.
Además, El Tungue Lé emitió un fragmento de la presentación del libro, a cargo de dos profesoras de Literatura.
Escuche aquí la primera parte del programa
Escuche aquí la segunda parte del programa
El prisionero de la parada 2 - TV Ciudad
Publicado el 15/05/2012 por DYLANIAN0
Grabado entre el 14 y 21 de junio de 2001 en Teatro del Centro - Montevideo
Dicen los cantores - TV Ciudad
Publicado el 15/05/2012 por DYLANIAN0
Grabado entre el 14 y 21 de junio de 2001 en Teatro del Centro - Montevideo
Las canciones del Zurcidor
Las canciones del Zurcidor
30.04.2012 | 11.31
El próximo sábado 5 de mayo a las 21:00 horas, en la Sala Principal del teatro Solís, se presentará Ana Prada, Laura Canoura, Maia Castro y Mónica Navarro, cuatro mujeres, interpretando canciones de Eduardo Darnauchans.
Ver video
Fuente: El Espectador
Suscribirse a:
Entradas (Atom)