Darnauchans revisitado - Brecha

Darnauchans revisitado

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN EN 11 ENERO 2013
ESCRITO POR: GUILHERME DE ALENCAR PINTO

Pocos músicos uruguayos tuvieron su trayectoria tan cubierta como Eduardo Darnauchans (1953-2007). Ya había dos libros de entrevistas, de Tabaré Couto (1993) y de Nelson Díaz (2008). A ellos se sumaba la edición en dvd (2008) de un curso de Washington Benavides, un documental de Ricardo Casas (1998). Sus ediciones discográficas siempre fueron muy cuidadas, con precisas informaciones redactadas por Víctor Cunha, y se les sumaron recientemente dos preciosistas reediciones por Sondor (de Las quemas y de Sansueña) curadas por la musicóloga Marita Fornaro.

La prensa le manifestó una constante simpatía y cuidó de seguir toda su trayectoria artística. En otros tiempos se hubiera considerado suficiente. Sin embargo, con pocos meses de diferencia salieron dos nuevos libros, uno biográfico y otro analítico. Ninguno de ellos llueve sobre lo mojado (en todo caso inundan lo que estaba húmedo), condensando lo principal de la información existente y ampliando muchísimo la perspectiva sobre uno de los cantautores fundamentales de la música uruguaya.

Esta es una de las biografías más detalladas sobre un músico uruguayo. Marcelo Rodríguez no es especialista en música ni en historia (es profesor de educación física), pero hace un relato exhaustivo de los hechos de la vida del gran cantautor. Su investigación empezó algunos años antes de la muerte del Darno: se acercó a éste por primera vez hacia 2004, ya con un gran bagaje de entrevistas a varios de sus allegados. En múltiples encuentros a partir de ahí, llegó a acumular 24 horas de entrevistas grabadas a su biografiado, además de asistir a la casi totalidad de sus presentaciones desde 2003. Luego de la muerte de Darnauchans, se concedió estos cinco años para realizar aun más entrevistas, corroborar detalles, sumar materiales de prensa, fotos, y preparar la edición.

Es poco probable que la historiografía llegue a necesitar más detalles que los que hay en este relato, que da cuenta de la infancia en Minas de Corrales y Tacuarembó, de una familia acosada por suicidios y locura (que dejarían secuelas muy perceptibles en la obra y la persona del Darno), de la constitución del Grupo de Tacuarembó alrededor de Washington Benavides, del menjunje de influencias musicales y literarias. La lectura del libro deja una idea contradictoria (muy característica de la situación cultural uruguaya), porque convive la constatación de un reconocimiento constante al artista, desde su precoz primera grabación a los 17 años, y la noción de que, sin embargo, esa respuesta siempre fue insuficiente, nunca bastó para garantizarle un vivir, ni le permitió al Darno “creérsela” o incorporar la satisfacción de sentirse importante. Dicha insuficiencia fue especialmente agravada en la época que fue, para muchos de sus cogeneracionales, la de máxima cantidad de presentaciones para la mayor cantidad de público, es decir, el auge del Canto Popular, puesto que Darnauchans fue uno de los músicos más persistentemente acosados por la dictadura: estuvo preso brevemente (tortura incluida), pasó dos años con libertad vigilada, se le prohibió cantar en público desde 1979 hasta 1982. Todo eso fue respuesta a aspectos reales de su militancia comunista, pero también a otros imaginados por las autoridades, de los que se le acusó falsamente.

La mayoría de las biografías ponen el énfasis en la parte más heroica de la vida, que suele corresponderse a los años de formación, intento de establecer la carrera y ascenso hacia la cumbre. Uno podría haber previsto una distribución así para Darnau- chans, con la mayor parte del volumen dedicada a los pasos que llevaron a sus obras máximas Sansueña (1978) y Zurcidor (1980), a su conflicto con la dictadura y su participación en la resistencia cultural. Pero Rodríguez prefirió una distribución más proporcional a la cronología. Ello responde, además, a la abundancia de documentos posteriores a la dictadura (varios de los cuales aparecen íntegramente transcritos). Así la parte “heroica” ocupa sólo el primer tercio del libro. Los dos tercios restantes transcurren a una tasa de un capítulo por año de vida, con su rutina algo enfermante de períodos de apartamiento alternados con “regresos”. La opción corre el riesgo doble de la monotonía y de insistir sobre lo poco relevante. En todo caso, esa “imparcialidad” cronológica tiene la virtud de hacer al lector vivenciar lo opresivo de esa monotonía, y en cierta forma entender en la propia estructura del relato el progresivo desgano y autoabandono del músico, hasta su muerte a los 53 años en medio del dolor (había enviudado 15 días antes).

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